¿Consumir es un deseo o una necesidad?

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Nuestra sociedad vive hoy inmersa en una ola de consumismo avasallante. Pero, ¿el consumismo tiene límites o es realmente imparable?

El hábito del consumo parece inevitable. Muchas personas aseguran que sienten la necesidad de gastar su dinero en ropa, zapatos, accesorios, golosinas, electrónica, etc. La realidad es que sin estos objetos no moriríamos. Es decir que no constituyen necesidades básicas. Por el contrario, son simplemente deseos.

El deseo por consumir es generado principalmente por los medios de comunicación y el internet. No sólo las publicidades hacen lo imposible por llamar nuestra atención, sino que cada vez estamos más expuestos a estilos de vida que difícilmente alcanzaremos.

Mientras todo estos sucede, hay personas que no pueden satisfacer sus necesidades básicas. No tienen comida, no tienen techo, ni tienen abrigo. Suena injusto y es real. Lo verdaderamente terrible de la situación es que la gente que ni siquiera puede comer todas las comidas del día, o ni siquiera tiene agua potable, también tiene el deseo de tener las últimas zapatillas, el último teléfono móvil, etc. Es así que, en ocasiones, estas personas caen en la delincuencia, mientras intentan llenar el vacío de ese deseo provocado por los medios de comunicación y la publicidad.

¿Acaso el consumismo tiene algún límite? Por supuesto que sí. El límite está en nuestras manos. Si nosotros somos los consumidores, nosotros tenemos el poder. Ese poder es el de decisión, el de consumo consciente y responsable, y el de cuestionar a la publicidad y a las grandes empresas que se benefician de nuestro consumo desenfrenado.

Hay muchos casos en la historia que demuestran el poder del consumidor. Uno de los ejemplos más comunes se ve en la lucha contra las compañías de servicio de telefonía móvil. Muchas veces estas deciden subir sus tarifas a precios irracionales. Los conformistas pagan, por más que les cueste, algunos se quejan, pero no hacen nada. Sin embargo en muchos países el pueblo se organizó, apagó sus celulares por un par de horas, hasta un día entero. ¿Qué pasó? Las compañías notaron perdidas de ganancia tan grandes que decidieron volver a bajar la tarifa.

El poder de decisión está en nosotros. Reflexionemos y cuestionémonos antes de cada compra. Investiguemos sobre el consumo responsable y el consumo ecológico. El momento es ahora.

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